
Dos décadas después se produjeron los primeros incidentes con un derby como telón de fondo. Las dos escuadras se toparon en la final de Copa de 1909, que finalizó igualada. Se convocó un encuentro de desempate para desnivelar la balanza. Más de 60.000 espectadores acudieron, una semana después, a Hampden Park. Cuando la segunda final estaba a punto de finalizar de nuevo equilibrada, en las gradas se extendió el rumor de que las directivas habían acordado empatar para realizar tercer ‘replay’ que engordara las arcas de ambos clubes. Los seguidores ‘bhoys’ y ‘gers’ por única vez en la historia, se unieron, saltaron al campo, quemaron las taquillas y se enfrentaron a la policía. El resultado de aquella histórica hermandad fue que la Copa de 1909 se declaró ‘desierta’.
Aquella final sirvió para bautizar los duelos entre Celtic y Rangers como los del Old Firm (la vieja empresa), expresión que reflejó la sospecha de que ambos conjuntos se beneficiaron económicamente de la antipatía que se profesaban.La globalización ha invadido el mundo del fútbol. El marketing, los derechos de televisión, los desorbitados contratos... ni siquiera la posibilidad de trasladar a Celtic y Rangers a la Premier League inglesa ha conseguido apaciguar el carácter extremo de su rivalidad. De cualquier modo, los habitantes de Glasgow saben que el Old Firm es caliente, visceral, primario y racial. Un enfrentamiento entre ‘clanes’ que tendrá su continuación el próximo fin de semana.
El derby de las dos caras, la dramática representación de la apasionante dualidad escocesa.
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