jueves, 8 de marzo de 2007

La dualidad escocesa: ‘the Old Firm’

Escocia es una nación marcada por la bipolaridad que caracteriza su día a día. Son muchos los ejemplos: la refinada Edimburgo frente a la industrial Glasgow; la infinita soledad de las Highlands frente a las regiones meridionales; la comunidad católica y la mayoría presbiteriana; el idioma gaélico frente a la lengua de Shakespeare; el laborismo de las ciudades industriales frente a la tradición de las áreas rurales; la lealtad a la Reina de Inglaterra y el viejo sueño de una patria libre.
Sobre el verde de los terrenos de juego, la dualidad del país del whisky se centra en Glasgow y la histórica rivalidad Celtic-Rangers.
El Glasgow Rangers nació en 1873 entre aficionados al remo, siendo en sus inicios el equipo de los estibadores del puerto. Catorce años después, un cura católico, el padre Walfrid Kerins, promovió la creación de una institución que recaudara fondos con el objeto de subvencionar un comedor infantil para inmigrantes irlandeses. Acababa de nacer el Celtic Football Club.
Desde su nacimiento, el Celtic se erigió en orgullo de la prolífica colonia irlandesa, mayoritariamente católica. Años después, como reacción a su cada vez más poderoso vecino verdiblanco, el Rangers se convirtió en símbolo de la Escocia protestante. La rivalidad no tardó en brotar, espoleada por los enfrentamientos religiosos y políticos. El 28 de mayo de 1888 se enfrentaron por primera vez en el partido que inauguró la histórica rivalidad. Los ‘bhoys’ batieron con rotundidad al Rangers por 5-2.

Dos décadas después se produjeron los primeros incidentes con un derby como telón de fondo. Las dos escuadras se toparon en la final de Copa de 1909, que finalizó igualada. Se convocó un encuentro de desempate para desnivelar la balanza. Más de 60.000 espectadores acudieron, una semana después, a Hampden Park. Cuando la segunda final estaba a punto de finalizar de nuevo equilibrada, en las gradas se extendió el rumor de que las directivas habían acordado empatar para realizar tercer ‘replay’ que engordara las arcas de ambos clubes. Los seguidores ‘bhoys’ y ‘gers’ por única vez en la historia, se unieron, saltaron al campo, quemaron las taquillas y se enfrentaron a la policía. El resultado de aquella histórica hermandad fue que la Copa de 1909 se declaró ‘desierta’.

Aquella final sirvió para bautizar los duelos entre Celtic y Rangers como los del Old Firm (la vieja empresa), expresión que reflejó la sospecha de que ambos conjuntos se beneficiaron económicamente de la antipatía que se profesaban.La globalización ha invadido el mundo del fútbol. El marketing, los derechos de televisión, los desorbitados contratos... ni siquiera la posibilidad de trasladar a Celtic y Rangers a la Premier League inglesa ha conseguido apaciguar el carácter extremo de su rivalidad. De cualquier modo, los habitantes de Glasgow saben que el Old Firm es caliente, visceral, primario y racial. Un enfrentamiento entre ‘clanes’ que tendrá su continuación el próximo fin de semana.

El derby de las dos caras, la dramática representación de la apasionante dualidad escocesa.

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